Cajera

Este es el post que prometí de un día para el otro y aunque ya pasó más de una semana, aquí les va.

Yo ya había ido a ver a mi amigo Ale en su show de stand up. Creo que no había podido ir al anterior o al siguiente a ese, pero me divertí un mucho y me reí bastante. Me hacía falta por motivos que ya no importan, son de esas cosas que te arruinan el estado de ánimo por un rato. Me desvío del tema, volvamos.

A los 3 días, chat de feisbuc mediante, me pregunta si no quería ser cajera en el próximo show.

-Sí, dale- le dije. –Era jueves no?

Me confirma hora, día y lugar y quedamos en vernos ahí.

Ese jueves estaba en la casa de una amiga y desde ahí partí hacia Las Cañitas. Pero antes de salir..:

-Esa remera te vas a poner?????- Me preguntó Vani, mi amiga

-Mmmssíí, por?

-No te das cuenta que no te combina con las botas?

-Y?

-Nena te vas a Las Cañitas, no podés irte así…

Acto seguido, revolvió en su placard híper ordenado y me prestó una remera, que a su parecer, combinaba con mis botas. Una hinchapelotasde aquellas, pero como a ella le gusta ser mi asesora / hermana mayor / make up artist / vestuarista, la dejé.

Comienzo mi viaje hacia allá y llego a las little cañas. Debo decir que no es uno de los barrios que más me gustan, así que no conozco y no tengo idea de dónde queda nada [N de la R: Fui una vez solamente en una pseudo-cita con un ex supervisor de un trabajo, en la que me reí muchísimo del pobre flaco y me la pasé enviando sms a un amigo que lo conocía. Por cosas como estas es que no tengo novio. Que me importa, yo me cagué de risa]    por supuesto que doblé a la izquierda cuando debería ir a la derecha, pero me di cuenta rápido y llegué al lugar acordado. Entro y a lo lejos veo a Ale, con un grupo de personas. Saludo y a los 15 minutos más o menos comienzo mi tarea de cajera.

Las meseras del lugar, muy divinas ellas, me trajeron una mesita y una silla para que estableciera cómoda en la entrada. Me puse a esperar a que viniera el público. Para cuando cobré la quinta entrada aproximadamente, me quedé sin cambio: gente de little cañas, no andan con billetes chicos; así que salí corriendo y encontré a Fede, que me ayudó con el cambio. Genial, vuelvo a la puerta.

Creo que pasaron 1 hora y media, cuando pasan por delante de mí dos chicas, muy lindas vestidas ellas, una de 1.80 mts, la otra de metro setenta y cinco, aprox, que me dejaron con la palabra en la boca y siguieron de largo hacia la mesa donde unas amigas las esperaban. AH NOOOOO, A MÍ PINTADA AL ÓLEO NO ME DEJA NADIE EH… Creo que si tuviese la mirada de rayos de Superman, a esas dos les habría derretido la nuca, por maleducadas. Pero como soy una persona pacifista, empecé a contar hasta 20, con 10 no alcanzaba.

En eso se me acerca Vicky, la hermana de Ale, quien fue testigo de semejante atropello y se ofrece a ir a hablar con las dos farofas* éstas para cobrarles las entradas. Le agradecí y acto seguido, fui a increparlas. Con mi mejor sonrisa, obvio.

-Hola… – Les dije, con la mejor onda del mundo – ustedes chicas llegaron recién no?

-Sí

-Ah, porque tal vez no me vieron, pero necesito cobrarles la entrada

-Uh, disculpá, cuánto es?

Claaaaro, voy a hacer de cuenta que entraron sin verme a mí, ni a la mesita con mantel rojo, ni a la encargada del lugar que estaba parada delante de mí, ni a nada. dale, me voy a hacer la boluda, total ya les cobré. Yeguas. Porque a mí y a mi metrito 64 no nos pasan por encima, y menos dos farofas como estas.

*Farofa es un término que usa un compañero, no sé muy bien qué quiere decir, pero lo usa despectivamente cuando se enoja y se lo hurté por un ratito.